¿Le has preguntado a tu pareja cómo se siente hoy? A menudo, pasamos por alto este tipo de cuestiones tan básicas, esas con las que favorecer el cuidado mutuo y ser soporte cotidiano en una relación. Porque si hay un área que no podemos dejar de lado en vínculo afectivo es el territorio de lo mental, el del bienestar psicológico.
Según un informe de la American Psychiatric Association (APA), 1 de cada 6 personas experimentará depresión en algún momento de su vida. Esto significa que puede darse el caso de que en una relación de pareja ambos miembros sean diagnosticados con un trastorno del estado del ánimo. Son situaciones complejas que presentan notables desafíos.
Cuesta mucho dar lo mejor de uno al ser amado cuando también nosotros batallamos con la desesperanza. Resulta estresante cuidar y apoyar cuando nos sentimos agotados física y emocionalmente. Por no hablar de cómo atender a los hijos en caso de que los haya. Todo ello puede agravar aún más la sensación de angustia, así como de la propia carga mental.
En estos casos, es decisivo contar con apoyo especializado. Así, y aunque nos parezca que ser dos habitando un agujero negro puede hacer que esa oscuridad se ensanche mucho más, hay estrategias que pueden ayudarnos. Hay tratamientos y estrategias eficaces para superar la depresión. Y esto también se puede lograr si somos dos en ese mismo viaje.
Cómo actuar si tu pareja y tú tenéis depresión
Hay múltiples variables por las que puede aparecer una doble depresión en una relación de pareja. El desempleo de larga duración, la pérdida de un hijo, traumas no superados o factores que no siempre son fáciles de definir. En ocasiones puede haber una causa común que la desencadene, logrando con ello que ambos miembros graviten en una misma resonancia emocional.
Otras veces surge esta condición de manera independiente en cada uno, pero conjugándose al final en un mismo escenario compartido. Esto puede retroalimentar la amargura y la desesperanza al aparecer dinámicas que refuerzan el malestar. Ejemplo de ello es necesitar la comprensión y apoyo del otro, y no poder recibirlo porque la pareja no encuentra ánimos ni fuerzas.
De este modo, un trabajo de la Universidad estatal de Florida destaca que esta realidad es más es frecuente en parejas de edad avanzada. Muchas veces, el aislamiento, sumado a la enfermedad, puede hacer que ambos cónyuges desarrollen un trastorno depresivo. Esto puede afectar de manera notable su calidad de vida.
Lo más decisivo es contar con un diagnóstico y no dejar que esa situación avance sola, intensificándose y edificando muros y distancia entre la propia pareja. El apoyo externo y contar con una estrategia terapéutica son decisivas. Asimismo, si tu pareja y tú tenéis depresión, es necesario tener en cuenta una serie de claves que nos os de ayuda. Las analizamos.
1. Cada persona batalla contra la depresión de un modo particular
Es posible que nuestra pareja pueda desempeñar sus obligaciones, como ir al trabajo. En cambio, nosotros puede que hayamos solicitado la baja. No por lidiar con la depresión de diferente manera significa que uno de los dos la sufra con menor o mayor intensidad.
Cada persona la experimenta y la afronta de una manera. Aún más, es probable es que cada uno necesite un abordaje psicoterapéutico distinto y esto es algo que debemos comprender.
2. No hay que responsabilizarse del sufrimiento del otro
Si mi pareja y yo tenemos depresión, lo último que debo hacer es responsabilizarme de su curación; poner sobre mí todo esfuerzo. Si lo afrontamos de este modo, ambos fallaremos. Cada cual debe ser responsable de su propio proceso, pero siendo a su vez el apoyo del otro. Eso sí, no su solución, no descuidándonos a nosotros mismos por sacar del abismo al ser amado.
En ese viaje compartido, ambos podemos ser aliados, esa mano que acaricia, ese refugio que abraza. Sin embargo, no situemos todas las energías en el ser amado hasta quedarnos sin fuerzas.
3. Cada uno debe disponer de sus propios recursos
En estas situaciones de depresión doble en una relación es decisivo que cada uno cuente con su propio psicólogo, médico, psiquiatra, etc. Así como sus propios recursos. Con ello queremos decir que cada persona debe tener a su alcance aquello que más le funciona en su propio proceso de curación, ya sean amigos, familiares, aficiones para favorecer la activación conductual, etc.
4. Horarios y rutinas, el mejor modo de afrontar los días
Si mi pareja y yo tenemos depresión, necesitamos contar con unos hábitos y rutinas que nos permitan retomar el control de nuestras vidas. Es decisivo que llevemos a cabo actividades que favorezcan nuestra conexión social, que despierten nuestro interés por hacer cosas de nuevo.
Esto puede ser sin duda una ventaja siendo dos en un mismo objetivo. El día que a uno no le apetezca salir a pasear o a hacer deporte, el otro puede motivarlo. La buena alimentación y estar en contacto con amigos y familiares es esencial.
5. Autoconciencia para comprender qué refuerza nuestra depresión
Una depresión se edifica con los cimientos de pensamientos, emociones y conductas que la refuerzan. Cada miembro de la pareja tendrá esos condicionamientos propios que debe conocer. Por ello, es bueno que desarrollemos una adecuada autoconciencia sobre esas dinámicas internas que agravan el sufrimiento.
Esa es una tarea individual; sin embargo, también podemos ayudarnos mutuamente. Cuando veamos al ser amado que elige no levantarse de la cama y reforzar de nuevo ciertas ideas, podemos proponerle realizar alguna actividad.
Debemos tener presente que los episodios depresivos llegan a oleadas; habrá momentos en que nosotros nos encontremos mejor y nuestra pareja se halle inmovilizada por el desánimo. Esto puede ser una ventaja para ambos, porque nos convertiremos en su mejor refuerzo.
6. Reglas de autocuidado mutuo
Si mi pareja y yo tenemos depresión es recomendable acordar unas pautas de autocuidado mutuo. Con ello, no solo avanzaremos mejor en el tratamiento de dicha condición, sino que, además, fortaleceremos la relación. ¿En qué consisten dichas reglas?
- Cuidamos de la comunicación, abriéndonos al otro en cada sentimiento, pensamiento y necesidad de manera sincera. No esperemos a que el ser amado adivine qué nos sucede.
- Procuremos preguntarle a nuestra pareja cómo se encuentra y a la inversa. Seamos respetuosos y empáticos en palabras, actos y voluntades de manera recíproca.
- Desarrollemos un sistema de cómo queremos ser cuidados cada uno. Habrá instantes en que necesitemos soledad, otros en que nos venga bien hablar con un amigo y no con la pareja. Todo ello debe hablarse y respetarse.
Para concluir. Tengamos presente que estas situaciones no son excepcionales. La depresión, como cualquier otro problema mental, puede hacer acto de presencia en nuestra vida en cualquier momento. A veces, hasta se da el caso de que una pareja lidie cada uno con una condición psicológica. Pidamos ayuda y no abordemos el sufrimiento en soledad.