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Hermanos que hacen de padres: ¿ha sido tu caso?

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Algunos padres cometen el error de cargar con responsabilidades que no les corresponden a alguno de sus hijos. En particular, tienden a delegar parte del cuidado de los menores en ellos. A veces, de hecho, terminan siendo una especie de “segundos padres”.

Este tipo de conductas además suelen ser reforzadas por otros adultos, con comentarios del tipo “tienes que cuidar a tu hermanito”, como si esa fuera su responsabilidad. De esta manera, se le otorga el rol de cuidador.

Es frecuente que, después de ser receptor de ese mensaje, una y otra vez, el niño acabe asumiendo lo que se le otorga. Es decir, que piense “si todos dicen que ese es mi cometido, será porque es mi cometido”. Así, muchos padres terminan modelando a un hijo perfecto por fuera, pero roto por dentro.

En otros casos, puede ser tal la presión, que el niño se rebele contra esa idea, y lejos de proteger y cuidar a su hermano, lo termine atacando: sencillamente no encuentra otra forma de cargar con una responsabilidad con la que no puede.

Los hermanos mayores y sus responsabilidades

Cuando los hermanos mayores le llevan seis o siete años a los que le siguen, lo más probable es que aparezca esta tendencia casi de manera natural. Eso sí, una vez que los adultos la identifican, tiende a reforzarse. En este caso, dependiendo de cómo y cuándo lo hagan, lo que pueden conseguir es precisamente un efecto contrario al que pretenden, y el hermano deje de hacer de cuidador a no ser que entienda que va a ser reforzado por ello.

En este contexto, también podemos encontrarnos con un niño que desatienda totalmente sus necesidades (cuidador) y a la vez con otro que delegue la satisfacción de las propias en su hermano (cuidado). Además, la entrega de quien cuida puede motivar una actitud extraordinariamente vigilante, impidiendo que su hermano se equivoque y que, por lo tanto, también aprenda y gane en autonomía. Cuidado porque la educación es una tarea compleja como para que solo la pueda asumir un adulto.

Entre la responsabilidad y el miedo

Los hermanos mayores no siempre están cómodos con la llegada de otro niño a la casa, en especial si son pequeños. Con frecuencia, los padres se niegan a ver esta realidad, asumiendo que el hermano, de manera natural, actuará como protector del recién llegado.

Mucho temerán romper las expectativas de sus seres queridos, contradecir a los adultos o disgustarlos y por eso tratará de cumplir con el rol que le están asignando, aunque no les guste.

No es raro que comiencen a sentir que cualquier cosa negativa que le ocurra a los menores es, de uno u otro modo, culpa suya. Teme que sus padres dejen de amarlo, si no cumple a cabalidad con la tarea encomendada. Con el tiempo, se convierten en adultos que no reconocen sus propias necesidades y que tienden a asumir como propio cualquier problema de los demás.

Contraindicaciones con los hermanos potencialmente cuidadores

Hay determinadas exigencias que nunca deberíamos plantearle a un menor. La primera de ellas es la de suplir a un padre o a una madre. No es su responsabilidad asegurar el bienestar de su hermano. Esta función debe estar en manos de un adulto, si es que los padres no pueden realizarla.

Los hermanos mayores tampoco tienen por qué primar por sistema la satisfacción de las necesidades de su hermano a la satisfacción de las propias. Que lo hagan cuando puedan y quieran.

Por otro lado, como todo niño, la educación consiste en buena medida en que los niños interioricen la importancia de los comportamientos cívicos, pero de ahí a que tengan que ser un modelo para su hermano hay una enorme distancia.