Hacer sentir bien a alguien no cuesta demasiado, pero no todo el mundo se esfuerza en ello. Tal vez no se lleva a cabo porque la vida va muy deprisa, las presiones son muchas y también porque pesa más el interés propio que el bienestar colectivo. Y, sin embargo, cuántas realidades cambiarían si pusiéramos de nuestra parte para validar la identidad, la valía y los esfuerzos de quienes nos rodean.
Es más, si hay un fenómeno que tristemente nos encontramos con frecuencia son las microagresiones. Se trata de esas interacciones sutiles, pero claramente dañinas, que buscan desprestigiar, infravalorar e incluso atacar a alguien por su sexo, raza o condición. Esta es una experiencia que fluye con excesiva frecuencia en los entornos laborales.
En su lugar, deberíamos practicar las conocidas como microafirmaciones, es decir, conductas orientadas a favorecer la valoración del otro. Al fin y al cabo, no hay sensación más reconfortante que la de sentirnos apoyados y percibir, a través de los pequeños gestos, que somos aceptados y valorados. ¿Qué tal si aprendemos cómo aplicar este sencillo arte de la convivencia y el aprecio?
Microafirmaciones, cómo marcar la diferencia en tus relaciones
Solo nosotros sabemos lo perdidos, solos y estresados que nos sentimos muchas veces en nuestra cotidianidad. Hay días en que todo pesa y la vida entera se nos hace cuesta arriba. Sin embargo, en un momento dado, alguien nos sonríe y, para nuestra sorpresa, nos dice que “hoy nos ve particularmente guapos”. Tal vez sea mentira, pero… ¿Por qué no admitirlo? Nos hace sentir mejor.
Lo mismo sucede cuando empezamos un trabajo nuevo o cuando estamos avanzando en el aprendizaje de algún área o materia. Una palabra de apoyo, de lo más sencilla, actúa como maravilloso reforzador. Asimismo, nada hay tan catártico para quien lidia con un problema o situación estresante, como ese rostro que, con sinceridad, se presta a ayudarnos.
Las microafirmaciones son elegantes refuerzos comunicativos que buscan generar el bienestar en los demás. Son la antítesis de las microagresiones y tienen como meta abrir puertas a la conexión, propiciar la escucha, motivar al diálogo y favorecer la de inclusión y el cuidado. De este modo, una investigación de la Universidad de Agder, en Noruega, destaca algo al respecto.
En el proceso de recuperación psicológica de una persona, las pequeñas cosas que integramos en nuestra comunicación verbal o no verbal tienen un impacto muy importante en el bienestar y la recuperación de alguien. Es decir, las microafirmaciones no solo son útiles en nuestros contextos cotidianos, en el ámbito clínico también son especialmente eficaces. Veamos cómo propiciarlas.
1. Sonreír con la mirada
Hay algo más poderoso que el contacto visual en nuestras interacciones con los demás. Sonreír con la mirada (o sonrisa Duchenne) implica ser capaz de transmitir positividad, validación y sinceridad a través de los ojos. Es un gesto muy simple y, sin embargo, nada resulta tan significativo como que nos miren y nos transmitan un aprecio auténtico.
Por contra, si en el trabajo, en nuestra familia o en cualquier otra situación, nos encontramos con personas que ni tan solo nos miran cuando nos hablan, resulta devastador.
2. Invita a participar a quien esté apartado
¿Alguna vez has estado en un grupo de amigos o compañeros de trabajo y de pronto percibes que hay alguien que siempre está en silencio o incluso retirado de la situación? Cuando percibamos que alguien pueda sentirse excluido, animémoslo a participar. Basta con un “¿y tú qué opinas, Marcos?”, “¿Qué te parece a ti, Rebecca?”.
3. Un “¿cómo estás?, ¿qué tal va todo?” es un valioso reforzador
Son muchos los que nos preguntan cómo estamos, pero no todos se quedan para saber qué decimos. Las microafirmaciones son útiles cuando invitan a la interacción, a la conexión y la escucha activa. Por tanto, si le preguntamos a alguien cómo van sus vidas, esperemos una respuesta. Bajemos el ritmo y las prisas, validación es sobre todo dar presencia al otro.
4. Asiente cuando te hablen y demuestra interés mediante más preguntas
En ocasiones, cuando estamos hablando con alguien, somos plenamente conscientes de que tienen la mente en otro lado. Estos gestos hacen daño y rompen la confianza. Por ello, cuando estemos dialogando con una persona, es positivo afirmar con el rostro, dando a entender que comprendemos aquello que nos están explicando. Asimismo, y para reforzar la comunicación, no dudemos en plantearles preguntas.
5. Defiende y evita los chismes
Las microafirmaciones tienen como propósito favorecer la inclusión, el respeto y la convivencia. Por ello, tampoco podemos dejar de lado el hecho de que, cuidar y respetar a alguien, también implica atenderla cuando no está presente. ¿Qué quiere decir esto? Significa que si terceras personas difunden críticas o chismes sobre esa figura, actuemos como contención y desactivemos esas conductas.
El respeto y la convivencia requiere acabar con las críticas, los prejuicios y con esos rumores envenenados que tanto contaminan cualquier escenario social.
6. Ofrece reforzadores por conductas y esfuerzos realizados
Señalábamos al inicio que a todos nos agrada que, en alguna ocasión, nos digan aquello de “qué bien te veo hoy” o “qué guapo estás”. Sin embargo, algo que sí actúa como reforzador del bienestar y la autoeficacia es que nos digan que estamos haciendo algo bien.
Frases como “me encanta el trabajo que has hecho”, “nadie hace las cosas como tú”, “el esfuerzo que has hecho ha valido la pena” deben estar en nuestro repertorio comunicativo. Este tipo de expresiones resultan mucho más creíbles y útiles porque apuntalan la autoestima y la visión de uno mismo. Al fin y al cabo, no somos islas solitarias y todos necesitamos de vez en cuando que alguien nos aporte palabras positivas.
Todos nuestros escenarios sociales e incluso las propias relaciones mejorarían si instauráramos una cultura microafirmativa. Pensemos que, si a lo largo del día lo único que recibimos son “microagresiones”, esa agresividad deja de ser pequeña para ser un gran problema.
Nadie merece este tipo de dinámicas, esforcémonos y creemos territorios más nutritivos en cuanto a respeto, conexión emocional y convivencia. Todo esfuerzo vale la pena.