“Eso que te preocupa es una tontería, para problemas los que tiene papá, no tú”. “Si mamá está de mal humor es por tu culpa, porque siempre te portas mal”. “No te duele nada, lo que te pasa es que eres un quejica y estás cansado”. Esto son solo unos pequeños ejemplos de cómo los padres pueden anular la voluntad, la identidad y las emociones de sus hijos. Es un fenómeno cruel, pero tristemente común.
A menudo vinculamos la práctica del gaslighting (hacer luz de gas) a las relaciones de pareja. Sin embargo, hay una realidad soterrada y silenciosa que acontece a diario. Hay progenitores que despliegan sofisticadas técnicas de manipulación sobre sus hijos, infundiéndoles un gran número de miedos e inseguridades. Es una forma evidente de artesanía del maltrato psicológico con serias secuelas.
Son muchas las personas que llegan a la edad adulta arrastrando consigo estas secuelas que no saben muy bien cómo definir ni manejar. Porque, por llamativo que nos parezca, las víctimas del gaslighting parental tardan bastantes años en ser conscientes de este tipo de abuso.
La falta de autoestima y la vulnerabilidad emocional suelen ser las huellas que deja una familia disfuncional que actúa como una secta vetando y anulando la personalidad de sus hijos.
Cómo saber si he sido víctima del gaslighting parental
El gaslighting parental se define como esa práctica en la que uno o los dos cuidadores de un niño ejercen una forma muy concreta de abuso emocional. Es esa en la que lograr que el pequeño dude de lo que siente, de lo que es y hasta de lo que necesita. Los adultos cuestionan y manipulan todo lo que sus hijos son con el fin de obtener poder sobre ellos.
Aunque este término nos parezca producto de una moda reciente, cabe señalar que es un fenómeno bien estudiado por la American Psychological Association (Asociación Americana de Psicología). Asimismo, contamos con una amplia literatura de investigación que profundiza en los mecanismos de esta técnica tan sibilina de manipulación.
Un estudio realizado por la doctora Domina Petric explica que los gaslighters aplican la teoría del nudo de la mente. En estos casos, el abusador obstruye el funcionamiento psicológico y emocional de sus víctimas. Las boicotea hasta el punto de lograr que duden de sí mismas, emborronando así identidades, valías, fortalezas y hasta necesidades.
¿Cómo saber si también nosotros sufrimos (o estamos sufriendo aún) gaslighting parental? Lo analizamos.
1. Te invalidaban de todas las maneras posibles
El arma preferida del gaslighter es la invalidación en cualquiera de sus formas. Es una estrategia sencilla y eficaz con la que tener control sobre sus víctimas. Algo espeluznante si lo ejerce un padre/madre sobre sus hijos.
La invalidación psicológica hace creer al niño que lo que siente y piensa es irrelevante. Se le traslada desde bien temprano la idea de que sus emociones y pensamientos son erróneos, carentes de lógica y de importancia.
Estas son las expresiones que más se escuchan en el gaslighting parental:
- Eres un exagerado.
- Eres demasiado sensible.
- No tienes ni idea de nada, eres demasiado inocente.
- Te estoy diciendo lo que necesitas oír, porque estás muy perdido en la vida.
- Eso que sientes es una tontería.
- Solo piensas en bobadas.
- Todo te afecta, no se puede hablar contigo de nada.
- ¿Te vas a poner así por eso?
2. Tus padres definían por ti cómo eras y cómo te sentías
Una forma muy práctica de anular a una persona es hablar por ella; robándole la voz y la oportunidad de expresarse. En el gaslighting parental los cuidadores hablan por sus hijos para declarar cómo son, cómo se sienten y qué necesitan. Los convierten en meras marionetas que ellos mueven a su antojo. Lo hacen ante los demás y también en el propio hogar.
Esto se traduce en frases como las siguientes:
- Eres un niño responsable y por eso te quedas en casa.
- Eres una niña buena y obediente.
- A ti te gustan las ciencias y las matemáticas, por eso vas a dejar de leer cómics y de dibujar.
- Tú no estás triste, ahora mismo te pones a hacer tus deberes y te olvidas de más tonterías.
- Lo que te pasa es que tienes sueño, por eso te vas a dormir ahora mismo.
- Tú no estás molesto porque lo que te hemos dicho, lo que te pasa es que eres un protestón.
3. Utilizaban la inestabilidad y la contradicción constantemente
Confundir, mentir, generar frustración… En este tipo de entornos disfuncionales reina la inestabilidad como elemento constante, así como los comportamientos contradictorios. De este modo, una práctica común es la de hoy decir una cosa y mañana afirmar la contraria. Si hoy se le permite al niño ir al parque a jugar, mañana se le increpará que haya preguntado algo que sabe que tiene prohibido.
La inconsistencia crea un sustrato caótico en el que los hijos no saben a qué aferrarse. Viven en la incertidumbre constante, en el no saber si hoy se les alabará por lo que han hecho o se les castigará por lo que ayer, supuestamente, hicieron bien.
¿Podemos recuperarnos del gaslight de nuestros padres?
Es muy posible que, llegados a este punto, más de uno tome conciencia de que ha vivido en un entorno de gaslighting parental. Es más, cabe la posibilidad de que aún se tenga un trato cotidiano con esas figuras abusivas que continúan manipulándonos en la edad adulta. ¿Qué debe hacerse en este tipo de circunstancias?
- Por lo general, quien ha sido o es víctima del gaslight (luz de gas) evidencia más de un problema psicológico, como es el caso del trastorno de estrés postraumático. Todo lo vivido ha minado la autoestima y hasta los cimientos de la propia identidad.
- Es necesario reconocer el daño que habita en nosotros y tener claro que lo experimentado es una forma de maltrato psicológico.
- El único modo de sanar, reconstruirse y recuperar el control de la propia vida es mediante la terapia psicológica. También, estableciendo una saludable distancia del gaslighter.
- Tengamos presente que no es fácil alejarnos o cortar la relación con un progenitor que lleva décadas manipulándonos. Recurrirá al victimismo y la amenaza. Estemos preparados para las más hábiles estrategias, y tengamos claro qué tipo de relación deseamos mantener con dichas figuras (solo vía telefónica, verlos menos veces o poner una distancia permanente).
Para concluir, busquemos siempre el apoyo de nuestros amigos, parejas u otras personas para poder cauterizar las heridas del ayer, esas que a menudo tanto condicionan nuestro presente.