“He estado pensando en lo nuestro y he decidido que lo mejor es dejarlo. No te preocupes, no eres tú; soy yo, que llegados a este punto, sé que no te merezco”. “Hola, siento decirte que voy a cortar contigo”. “Hola cariño, no quiero hacerte más daño, lo mejor es dejarlo. Espero que seas feliz”. “No me llames más. Lo nuestro se ha terminado. Te deseo lo mejor”.
A la hora de dejar por WhatsApp a alguien hay mil fórmulas, unas con mayores florituras, otras un poco más frías y algunas se acompañan incluso con emoticonos. Los que hayan vivido en piel propia (o en ojos propios) esta experiencia, saben lo turbador que resulta. Sin embargo, no es algo precisamente inusual ni propio de esta era digital de la mensajería instantánea.
En el siglo pasado, las relaciones también se rompían con una breve llamada telefónica o incluso por carta certificada. Los tiempos cambian y las nuevas herramientas no hacen más que facilitar lo que siempre ha sido propio -de una parte- del ser humano. La irresponsabilidad emocional y la incapacidad de lidiar con los problemas difícil siempre ha existido.
Ahora bien, el hecho de que sea una dinámica frecuente no la hace menos lesiva. Porque lo es. La persona que es dejada con un mensaje no lo tiene fácil para dar un cierre a dicha relación. Deberá realizar un duelo sin tener un “por qué” ni una conversación cara a cara frente a quien, un día, lo significó todo…
Dejar por WhatsApp, una práctica común sin cargo de conciencia
Hace casi diez años, un artículo publicado en The Huffington Post se hacía eco de una encuesta. Entre la muestra analizada, el 88 % de los hombres y el 18 % de las mujeres habían roto con alguien por mensaje de texto. Los datos abruman, pero es muy posible que dicha realidad siga practicándose con la misma frecuencia en la actualidad.
Es más, aunque nos sorprenda, hay muchos espacios en la red que nos revelan cuáles son los 20, 25 o 30 mejores mensajes de texto para dejar a alguien. Es decir, bastaría con un copia y pega para dejar a nuestra pareja sin tener que darle demasiadas vueltas a la cabeza. La irresponsabilidad afectiva es tristemente común en esta sociedad de relaciones frágiles construidas y deconstruidas por el teléfono móvil.
Ahora bien, lo llamativo es que la mayoría es consciente de que dejar por WhatsApp es frío e incorrecto. Sin embargo, se lleva a cabo de esta manera porque prima más lo fácil y rápido (lo cobarde) que el coste moral (lo responsable). Es decir, cortar una relación por mensajería no genera ningún tipo de arrepentimiento; importa más no tener que afrontar en persona dicha situación.
Por otro lado, hay un aspecto que debemos comprender. No importa que este fenómeno sea frecuente. No importa que esto le haya sucedido a nuestro amigo o a nosotros mismos más de una vez. Cada experiencia es única y cada abandono digital se vive de manera particular. Es esencial saber cómo afrontarlo.
Claves para superar una ruptura por mensaje y no perder la dignidad
¿Cómo negarlo? Cuando te acaban de dejar por WhatsApp, las emociones te arrastran y los pensamientos dan tantas vueltas como en un tiovivo. “¿Qué he hecho mal? ¿Por qué no quiere verme para hablar? ¿Habrá una tercera persona? ¿Le llamo, voy a buscarle, llamo a su familia o amigos?”. El agotamiento mental al que podemos derivar es inmenso.
En un estudio de la Universidad Santo Tomás se incide que, por lo general, en las rupturas los hombres tienden más a la inhibición emocional, mientras las mujeres buscan más el apoyo de su entorno. Sin embargo, ser dejados por mensaje presenta unas particularidades únicas que debemos saber abordar. Las analizamos.
1. Tras el mensaje, procura conectar (pero solo una vez)
Toda ruptura de pareja necesita una conversación final para aclarar los sentimientos, las necesidades y las decisiones. Tener un por qué facilita poder cerrar una etapa, un ciclo afectivo. Por ello, una vez recibas el mensaje informando de la ruptura unidireccional, intenta realizar una llamada o solicita un encuentro. Basta con pedirlo/intentarlo una sola vez.
En caso de que no te respondan, no caigas en el error de dejar mensajes en el buzón de voz o en aplicaciones de mensajería en las que ni siquiera recibirán el doble check azul. Aceptemos la realidad sin perder la dignidad. Acepta que esta vez deberás realizar un duelo sin tener un “por qué” claro de ese final.
2. Elimina a tu expareja de tus contactos y redes sociales
A no ser que la otra persona lo haya hecho ya, es conveniente eliminar a nuestra expareja de toda vía de contacto. Esto implica también las redes sociales. Si nos obsesionamos en revisar sus publicaciones para saber qué es de su vida, el duelo por esa ruptura se cronificará.
3. No alimentes esperanzas, acepta que esa persona no era como esperabas
Dejar por WhatsApp sin tener la valentía de manejar en persona una ruptura y desenvolverse en una conversación difícil revela cómo es una persona. Esa es otra realidad que deberemos aceptar, la pareja a la que queríamos cojeaba en cuanto a responsabilidad afectiva e inteligencia emocional. Merecemos algo mejor.
4. Evita las relaciones liana, afronta primero el duelo por esa experiencia
Un clavo no siempre saca otro clavo y buscar una nueva pareja por Tinder o cualquier otra aplicación no siempre resuelve el dolor por una ruptura.
Evitemos las relaciones liana, es decir, saltar de una persona a otra. Procuremos antes transitar por nuestro duelo, aceptemos la desilusión, la ira, la tristeza y cada sensación, entendiendo que, poco a poco, ese sufrimiento se irá atenuando.
5. Quédate con los buenos recuerdos y sé mejor persona que quien te ha dejado
Saca la ira en tu mochila personal, no cargues con el peso de los resentimientos ni alimentes desconfianzas. No seas de los que se dicen a sí mismos “no voy a confiar nunca más en nadie o nunca me volveré a enamorar”. Porque el amor siempre valdrá la pena. Procura, ante todo, quedarte con lo bien vivido, con lo disfrutado de esa relación, aunque sea poco.
Intenta ser mejor que quien te dejó por mensajería, porque aunque sea una salida fácil, no es la más ética ni la más correcta. Seamos más maduros, más valientes y no dejemos de crecer en responsabilidad afectiva.