El pájaro cantor se encuentra entre las especies clásicas estudiadas como modelo para comprender la neurobiología del lenguaje. Utiliza el canto y la vocalización para comunicar información para su supervivencia. El lenguaje del pájaro cantor está genéticamente conectado a su cerebro y se desarrolla temprano en la vida. Curiosamente, algunas aves cantoras parecen mantener la capacidad de aprender nuevas canciones a lo largo de toda su vida útil. Este proceso aparece emparejado con su capacidad para formar nuevas células neuronales y sinapsis, incluso durante la edad adulta.
Al igual que los pájaros cantores, los humanos nos comunicamos a través de la vocalización, lo que nos permite expresar nuestras ideas y transmitir información esencial para la supervivencia. Sin embargo, a diferencia de los pájaros cantores, nuestra capacidad para aprender rápidamente el lenguaje parece estar limitada a una ventana de tiempo crítica del desarrollo del cerebro que termina alrededor de la edad adulta. Como cualquiera que lo haya intentado de adulto puede decirle, aprender un nuevo idioma más adelante en la vida es más difícil. Las medidas de rendimiento confirman esta observación y muestran que las personas menores de 10 años pueden dominar los idiomas más rápido y sin esfuerzo que los adultos, que requieren más años de instrucción para alcanzar un dominio comparable.
El lenguaje humano, con sus diversos componentes, desde el sonido hasta el significado, se aprende en etapas importantes a temprana edad. Alrededor de los seis años, la mayoría de los niños alcanzan hitos similares consistentes con la idea de que el lenguaje está genéticamente conectado con la naturaleza del desarrollo del cerebro. Sin embargo, una pregunta importante es: ¿el aprendizaje de idiomas implica el uso de una estrategia neuronal diferente después de esa ventana de tiempo?
La investigación sugiere que este puede ser el caso y que los mecanismos cerebrales de los adultos para la adquisición del lenguaje difieren de los de los niños. Esta idea tiene implicaciones prácticas en el mundo real, no solo para la forma en que los adultos pueden aprender un nuevo idioma, sino para considerar cómo entrenar las discapacidades del lenguaje, como las de las víctimas de accidentes cerebrovasculares.
Para los adultos, aprender un nuevo idioma se trata de modificar las redes cerebrales existentes.
El lenguaje es una puerta de entrada a través de la cual los niños se integran en el mundo exterior. Desde el etiquetado de objetos hasta la comunicación interpersonal y la autoexpresión, la adquisición del lenguaje es fundamental para el desarrollo de cualquier niño.
Sin embargo, aprender un nuevo idioma para adultos parece diferente. Los adultos deben ser capaces de reformar un marco cognitivo basado en palabras ya desarrollado en una nueva estructura lingüística para dominar un nuevo idioma. Desde esta perspectiva, el acto de aprender es drásticamente diferente al de la infancia. Además, el aprendizaje de un nuevo idioma parece diferir entre los adultos en función de los antecedentes, la educación y otros factores personales.
La investigación en neurociencia muestra que la adquisición del lenguaje por parte de los adultos implica la activación de áreas cerebrales importantes para el lenguaje. Sin embargo, la fuerza de la conectividad existente influye en la capacidad de un adulto para aprender un nuevo idioma.
Por otro lado, el aprendizaje infantil se basa en la aparición y el refinamiento de áreas del lenguaje dentro del cerebro. Por ejemplo, en la infancia, el aprendizaje de idiomas parece apoyar la formación de redes de lenguaje dentro del hemisferio izquierdo.
En pocas palabras, el lenguaje es parte de cómo se conecta el cerebro durante la infancia, mientras que el aprendizaje de idiomas utiliza cómo se conecta el cerebro en la edad adulta. Los estudios de imágenes cerebrales en adultos también revelan que el aprendizaje de idiomas puede implicar actividad en áreas cerebrales no relacionadas con el lenguaje. Tal vez es por eso que la inmersión personal y cultural a menudo acelera el aprendizaje de idiomas.
Bien vale la pena el esfuerzo
Los estudios sugieren que las personas que hablan más de un idioma tienden a rendir mejor en las pruebas cognitivas, eso incluye la memoria y el recuerdo. Los estudios indican que los bilingües tienen un menor riesgo de enfermedades neurodegenerativas en relación con las personas que hablan un solo idioma. Por lo tanto, el desafío de aprender un nuevo idioma para adultos parece ser un esfuerzo aún más valioso. No solo permite conocer nuevas culturas y enriquecer la vida intelectual y emocional, sino que también parece beneficiar la salud del cerebro.