Aprender a controlar las necesidades biológicas es un proceso que depende del nivel de madurez que tenga cada chico y de la forma que los padres le enseñan. Apurarlos solo creará una batalla entre padres e hijo y hará del aprendizaje un proceso largo y difícil de asimilar. El control de esfínteres debe ser visto por el niño como una muestra de la que está creciendo. Este proceso tiene para los chicos varias etapas.
Pasos a seguir: 1A los dos años la mayoría de los niños logra la madurez neurológica como para controlar durante el día sus esfínteres. Este logro es bastante inestable aún, por eso, al principio, es importante tratar de descubrir cuáles son las horas más frecuentes en que el niño necesita ir al baño. También es importante estimularlo cuando el niño logra hacerlo bien.
2A los tres años la mayoría de los niños han aprendido a estar secos y limpios durante el día. Sin embargo, los accidentes son frecuentes, porque no llegan al baño a tiempo. Lo importante es demostrarle que es él quien manda en su cuerpo y que ya es capaz de controlarse a sí mismo. A esta edad no debe ser motivo de preocupación si los niños mojan la cama de noche.
3A los cuatro años, sólo ocasionalmente tienen accidentes diurnos. En cambio, durante la noche, el comportamiento es variable. De todos modos, todavía no se considera un síntoma que deba necesariamente ser tratado, porque a esta edad suelen producirse algunos retrocesos en el control cuando los niños están sometidos a presiones emocionales intensas, como, por ejemplo, podría ser el ingreso en el colegio o el nacimiento de un hermanito.
4A los cinco años son bastantes autónomos y la mayoría ya no se moja en la noche. Pero si aún no consiguen amanecer secos, no los castigue, porque no solucionará el problema y solo creará otro. En este caso consulte con el pediatra o un terapeuta infantil.
5A los seis años, la mayor parte de los niños ya son independientes; algunos comienzan a tener pudor y les gusta estar solos, por eso es importante respetar su intimidad. A esta edad son pocos los niños que mojan la cama y, si lo hacen, quiere decir que requieren ayuda especializada.