El aprendizaje es fundamental en la vida cotidiana. Cada vez que tomamos una decisión, necesitamos saber si repetirla o intentar un curso de acción diferente. Pero, ¿qué nos hace aprender o nos impide aprender?
Una clave es si nuestras elecciones conducen a recompensas (buenos resultados, como dinero y comida) o castigos (malos resultados, como perder dinero y experimentar dolor). Esta idea básica es central en las teorías científicas del aprendizaje. La teoría del aprendizaje por refuerzo establece que aprendemos en función de las expectativas de recompensa y castigo. Cuando nuestras expectativas son diferentes de lo que sucede, aprendemos mucho, pero cuando sucede lo que esperamos que suceda, aprendemos mucho menos. Los procesos de aprendizaje son tan cruciales para la supervivencia que parecen mostrarse en muchos organismos diferentes, desde humanos hasta animales e incluso plantas.
Sin embargo, a pesar de su centralidad en nuestras vidas, la investigación sugiere que la capacidad de aprender cambia profundamente desde la niñez hasta la vejez. Comprender por qué, cuándo y cómo ocurren estos cambios es fundamental si queremos optimizar las estrategias de aprendizaje e intervenir cuando el aprendizaje falla.
El aprendizaje cambia de la infancia a la edad adulta
Desde nuestros primeros días en el mundo, aprendemos a través del refuerzo. Los bebés de diez semanas aumentan la velocidad con la que patean un móvil de madera de colores brillantes. Los bebés de seis meses pueden aprender a mirar más a menudo una forma coloreada si conduce a una caricatura en video (recompensa) que si no condujera a nada.
Dada esta aptitud temprana para el aprendizaje, tal vez sea sorprendente que las habilidades de aprendizaje cambien tan dramáticamente a lo largo del desarrollo. Sin embargo, varios estudios sugieren que el aprendizaje mejora significativamente desde la niñez hasta la adolescencia y la edad adulta. En general, los adolescentes son más óptimos en su aprendizaje que los niños, y los adultos son más óptimos que los adolescentes. Por ejemplo, un estudio encontró que los adultos podían aprender tanto de la recompensa como del castigo, mientras que los adolescentes podían aprender de la recompensa pero tenían menos probabilidades de aprender del castigo.
Esta tendencia a involucrarse en un aprendizaje subóptimo podría ayudar a explicar los resultados negativos de la vida real que son comunes durante la adolescencia, como una mayor ingesta de alcohol, uso de sustancias y conductas sexuales de riesgo.
El aprendizaje cambia de la edad adulta a la vejez
La edad avanzada se asocia con una disminución general de las capacidades cognitivas que pueden incluir algunos aspectos del aprendizaje. Comprender estos patrones de cambio es fundamental a medida que la población envejece en todo el mundo. Entre 2015 y 2050, la proporción de la población mundial mayor de 60 años casi se duplicará, del 12% al 22%.
Los estudios han encontrado que la forma en que el cerebro representa las señales de aprendizaje sobre las recompensas se reduce en la vejez. Cuando los adultos mayores completan tareas experimentales en las que necesitan aprender asociaciones entre sus elecciones y resultados, parecen aprender peor, particularmente cuando las asociaciones son probabilísticas o cambian. Se cree que partes profundas y evolutivamente antiguas del cerebro juegan un papel fundamental en el aprendizaje de recompensas, y está bien establecido que el envejecimiento normal se asocia con cambios significativos en estas áreas del cerebro.
Una parte del cerebro, el cuerpo estriado, tiene muchos receptores para el neurotransmisor dopamina que es crucial para el aprendizaje. Los estudios sugieren que estos receptores disminuyen con la edad, lo que podría ayudar a explicar los cambios en el aprendizaje. Curiosamente, un estudio encontró que el aprendizaje podría mejorar en los adultos mayores si se les administrara un medicamento llamado L-DOPA, que aumenta el nivel de dopamina en el cerebro. Si estos medicamentos mejoran las habilidades de aprendizaje en diferentes grupos de edad es una pregunta importante en la investigación futura.
Aprender en diferentes contextos
Está claro que los aspectos del aprendizaje cambian desde la infancia hasta la vejez. Sin embargo, un tipo de aprendizaje que muestra un patrón diferente de cambio es cuando aprendemos sobre información "social", como caras sonrientes o buenos resultados que le suceden a otra persona. En un estudio, comparamos las habilidades de aprendizaje de más de 100 adultos jóvenes (entre 18 y 36 años) y mayores (entre 60 y 80 años). Todos completaron una tarea de computadora donde pudieron aprender asociaciones entre diferentes imágenes abstractas y recompensas (dinero). En algunas rondas, estas recompensas eran para los propios alumnos, y en otras rondas, estas recompensas se otorgaban a otras personas anónimas que el alumno pensaba que eran similares a ellos. En un conjunto final de pruebas, estas recompensas no se convirtieron en dinero para nadie.
Descubrimos, de acuerdo con otras investigaciones, que cuando los adultos jóvenes y mayores aprendían por sí mismos, los adultos mayores eran más lentos y no estaban tan influenciados por las recompensas anteriores que recibieron en comparación con los adultos más jóvenes. Esto sugiere que la capacidad de los adultos mayores para aprender lo que les ayuda a ellos mismos es menor. Curiosamente, cuando comparamos lo que sucedió en las rondas sociales, vimos un patrón diferente. Los adultos jóvenes y mayores eran igual de buenos en la tarea cuando estaban aprendiendo qué ayudaría a otras personas anónimas. Por lo tanto, la capacidad de los adultos mayores para aprender lo que ayudó a otros parecía estar "preservada".
La siguiente pregunta que teníamos era si estas diferencias se debían a que los adultos mayores ya no distinguían quién recibía las recompensas. Sin embargo, descartamos esto, ya que los adultos mayores aprendieron más rápido a ayudar a otra persona en comparación con nadie. Este estudio sugiere que cuando se trata de información social, los adultos mayores pueden ser tan buenos para aprender como los adultos más jóvenes. Una línea de trabajo separada sugiere que el aprendizaje social podría depender, en parte, de distintas áreas del cerebro, y esto podría ayudar a explicar por qué los diferentes tipos de aprendizaje tienen diferentes trayectorias a lo largo de la vida adulta. El trabajo futuro puede investigar si estas habilidades de aprendizaje preservadas podrían usarse para apoyar un envejecimiento saludable.