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Aligerando la carga que traemos de la infancia

Perdonar las heridas más profundas de la infancia es difícil. ¿Por qué lo hacemos? Porque vemos que aquellos que practican el perdón se sienten más ligeros, más felices y más en paz. Aquí hay 10 maneras que podrían ayudarte a perdonar las ofensas comprensiblemente muy difíciles de perdonar relacionadas con experiencias adversas de la infancia.

1. Cultivar la autocompasión. A medida que reconozcas conscientemente el dolor que padeces, repite las palabras en silencio o en voz alta: "Este es un momento de sufrimiento. El sufrimiento es parte de la vida. Que pueda traer compasión a este momento. Que me dé la compasión que necesito" (Neff, 2011). Estas intenciones nos recuerdan que todos sufren, que no estamos solos y que el sufrimiento no tiene por qué ser permanente. La bondad amorosa es lo que sana.

2. Cultivar la intención de perdonar, la intención comienza el proceso de perdonar. Para esta meditación, inspirada en Sharon Salzberg (1995), siéntate cómodamente. Cierra los ojos si te resulta cómodo y tómate unos momentos para respirar. Considera estas cuatro reflexiones. A medida que surjan diferentes eventos, personas o imágenes, repite una intención apropiada de perdón en silencio o en voz alta:

  • Por todo lo que hice o dejé de hacer, a sabiendas o sin saberlo, que ha perjudicado a otros o a mí mismo, que sienta perdón. Para lo que surja, repite: "Que sienta perdón".
  • Por todas las formas en que me he lastimado o lastimado a mí mismo o a otros, a sabiendas o sin saberlo, me perdono. Para lo que surja, repite: "Me ofrezco perdón a mí mismo".
  • Si alguien me ha lastimado o me ha hecho daño, a sabiendas o sin saberlo, lo perdono. Para lo que surja, repite: "Te perdono".
  • Si he lastimado o lastimado a alguien, a sabiendas o sin saberlo, les pido perdón. Para lo que surja, repite: "Te pido perdón".

3. Imagina a quien te lastimó como un niño inocente y sufriente. Pregunta por qué sufría ese niño. En Alcohólicos Anónimos, se alienta a los adultos a pensar en quien los lastimó como un amigo enfermo que está sufriendo espiritualmente. Entonces es más fácil perdonar, porque perdonaríamos a un amigo enfermo.

4. No personalices. La ofensa tiene más que ver con el dolor y el pasado imperfecto de quien te lastima que contigo.

5. Escribe una carta de perdón. Louis Zamperini, popularizado por la película y el libro Unbroken (Hildebrand, 2010), fue corredor olímpico antes de la Segunda Guerra Mundial. Después de que su bombardero cayera en el Pacífico, sobrevivió 47 días en una balsa salvavidas, y luego fue torturado sin piedad por los japoneses cuando su balsa llegó a una isla ocupada por el enemigo. Después de la guerra, su vida estaba en ruinas como resultado del trauma. Después de descubrir el perdón, regresó a Japón y perdonó a sus torturadores. A su torturador más brutal, que no se reuniría con Louis, le escribió una carta de perdón. Ese tipo de cartas tienen típicamente cuatro partes. Comienza escribiendo: "Querido _ _ _ _ _ (nombra a la persona que te lastimó)". Después:

  • Describe tu dolor, los hechos sobre lo que sucedió, tus sentimientos y tus pensamientos.
  • Escribe cómo desearías que se hubiera comportado quien te lastimó (aceptar que esa persona ideal no existía entonces, y que podría no existir ahora, y reconciliar y generar confianza con esa persona podría no suceder).
  • Incluye una declaración de empatía, como "tenías tus propias dificultades en ese entonces".
  • Escribe una declaración de intenciones, como "Ahora libero mi amargura para liberarte a ti y a mí para vivir plenamente de nuevo".

Luego firma tu nombre. Repite para cada ofensa por la que persiste la amargura.

6. Lleva a quien te hirió a un espacio neutral. Si la persona no se ha ganado tu confianza o buena voluntad, y perdonar ahora parece una exageración, simplemente di: "Te llevo a cero, cero, nada; no perderé el tiempo pensando en ti o recordando".

7. Considera los aspectos positivos que han resultado de tu dolor. ¿Aprendiste que tienes una gran fuerza para sobrevivir a lo que pasaste? ¿El dolor fortaleció tu determinación de nunca dejar que el maltrato de otra persona hacia ti definiera tu valía? ¿Has desarrollado compasión por otras personas que sufren? ¿Puedes anticipar con placer un futuro más brillante, tal vez aplicando tus fortalezas emergentes?

Adverse Childhood Experiences Lecturas esenciales

8. Actúa como si ya hubieras perdonado. Por ejemplo, ¿cómo te comportarías con un padre si lo perdonaras? Probablemente con más afecto, confianza y aprecio por su sufrimiento. Incluso si te sientes forzado, es posible que descubras que le siguen sentimientos de perdón y compasión.

9. Libera creencias inviables. Estas incluyen:

  • Lo que hizo quien me hirió es imperdonable. (El perdón es la elección que haces, independientemente de la ofensa o de si el ofensor merece o no el perdón.)
  • Debo tener justicia. (Podemos perdonar se haga justicia o no. Si buscamos justicia, digamos a través del sistema legal, podemos hacerlo con el motivo de protegernos a nosotros mismos y a los demás, no con amargura.)
  • Sin el amor del ofensor, no puedo ser feliz. (Ciertamente es difícil sentirse feliz cuando un cuidador nos lastima, pero la felicidad es una habilidad que podemos aprender, a pesar de dicho tratamiento. Liberar la amargura que nos pesa es un paso importante para abrir nuestros corazones a una mayor felicidad.)

10. Dale tiempo. Perdonar es un proceso difícil, pero que vale la pena. Si el perdón parece estar actualmente fuera de tu alcance, podrías pensar: "Que algún día perdone" o "que algún día considere la posibilidad de perdonar".

En 1988, Louis Zamperini, de 80 años, llevó la Antorcha Olímpica más allá de la ubicación de un campo de prisioneros japonés donde había sido tratado tan brutalmente. Como tantos otros que han liberado la amargura incluso por las ofensas más atroces, tenía una sonrisa pacífica y una serenidad que persistió durante toda su vida. Innumerables historias como esta nos muestran que el perdón es posible, incluso para las peores ofensas. Incluso los pequeños esfuerzos por perdonar pueden traer grandes recompensas y casi siempre valen la pena el esfuerzo.