Disciplinar a un niño a que haga sus deberes nunca es sencillo. Por eso debemos establecer una rutina que cumplan a diario y mantener al niño descansado antes de ponerlo a estudiar. La comunicación con el pequeño para conocer los motivos por los que se niega a realizar sus tareas nos permitirá resolver el problema de manera adecuada, siendo conscientes de que aumentar su motivación con recompensas es fundamental a estas edades. En unComo te iluminamos con estos sencillos pasos sobre cómo hacer que tu hijo haga los deberes.
Habla con el niño
Para empezar, lo que deberías hacer en preguntarle a tu hijo por qué no quiere realizar la tarea. De esta forma averiguarás si el problema es que no se siente capaz de hacerla o si no le apetece. Así podrás solicitar ayuda extraescolar o echarle tú mismo una mano si lo crees necesario. Si la cuestión radica en su desgana general en dedicarse a hacer sus deberes o a falta de concentración, lo más adecuado sería dividir la franja horaria de los deberes en dos partes, incluyendo un descanso de unos diez minutos entre medio.
Valora el trabajo de tu hijo
Muestra interés en los resultados de sus trabajos y exámenes. Si el niño ve que valoras su esfuerzo y los consecuentes resultados positivos, se sentirá motivado para proseguir por esta senda y no le costará tanto hacer sus deberes. De este modo entenderá que hacer sus tareas mejorará sus notas y así tú le demostrarás que te sientes orgulloso de él.
¿Dónde estudiar tranquilamente?
A la hora de hacer los deberes es imprescindible establecer un lugar fijo donde realizarlos. Antes de elegir uno al azar, valora que no hayan distracciones, como sucede delante del ordenador o televisión. Obviamente guarda smartphones o tablets, si tiene, para que no estén al alcance mientras estudia. Por otro lado recuerda que el lugar debe estar en silencio, y si tú como madre o padre también dedicas el rato a leer o trabajar, ellos se sentirán más cómodos e imitarán tu conducta.
¿Cuándo hacer los deberes?
Permite a tu hijo que fije el horario que más le convenga dependiendo de las actividades extra escolares que realice, para que así adquieran sentido de la responsabilidad. Lo ideal es que empiecen después de una buena merienda, que les aportará energía suficiente para afrontar sus deberes. Sin embargo olvídate de los dulces, que lo único que consiguen es un subidón de azúcar seguido de un bajón general considerable. Si el pequeño está agotado tras la jornada escolar, puede beneficiarse de una siesta de media hora antes de estudiar.
Permítele algunas pausas
Siempre debéis establecer un horario de inicio y de finalización aproximados para que tu hijo haga los deberes. Además este debe incluir una pausa para que el pequeño descanse y rinda de manera efectiva. El descanso debe oscilar entre los dos y diez minutos por cada hora de tarea. Por otro lado, recuerda que tras los primeros 30 minutos los niños alcanzan su nivel más alto de rendimiento, y que a la hora y media este disminuye.
Escóndele su juego preferido
Prívale de algo que le guste o sea esencial para él si no trata de hacer sus deberes. Dile que se lo devolverás cuando termine su tarea, y, por supuesto, cumple tu palabra si accede. Por ejemplo, suele funcionar que retires de su alcance su videojuego preferido, la tablet o el smartphone si tiene.
Plantéale la situación
Demuestra a tu hijo que hacer sus deberes solo aporta beneficios para él. Cuéntale lo que implicaría que no los hiciera: suspender la asignatura, seguido de repetir curso, el hecho de no estudiar más junto a sus amigos de clase, o que su falta de conocimiento dificulte su acceso a estudios superiores e incluso a poder encontrar un empleo. Muéstrale la crudeza de no esforzarse por su futuro. Así el niño empezará a ser consciente de que debe poner de su parte para evitar que algo de eso ocurra.
Revisa las tareas con tu hijo
Un buen método para que tu hijo haga los deberes es revisarlos con él. Establece un tiempo para cada tarea y cuando termine repasadla juntos, mientras te explica cómo la ha realizado. Anímalo si ves que le resulta complicada y felicítale si crees que lo ha hecho bien. Además puedes echarle una mano si ves que anda muy apurado, pero trata de que esto no se convierta en costumbre.